lunes, 8 de octubre de 2012

Niños Mordelones


Niños Mordelones


Los niños pequeños son adorables: ríen, abrazan, corren, se carcajean y se acurrucan junto a sus papás cuando están cansados. Pero como diría cualquier padre, también hacen cosas no tan adorables, como patear, gritar … o morder.
El hábito de morder es bastante común en niños de 1 a 3 años pero el que sea algo común  sirve de poco consuelo si es tu hijo el que muerde. Después de todo, nadie quiere que su pequeño sea considerado la amenaza de su grupo de amigos o que acumule reportes de la guardería o el preescolar por esta conducta “indeseada”.
En ocasiones morder forma parte de otra etapa que se debe atravesar, pero no siempre es así. Existen diferentes formas de saber los motivos por los que el niño esta mordiendo y de resolver el conflicto adecuadamente. A continuación se exponen algunas ideas para frenar este tipo de comportamiento.

¿Por qué muerden los niños pequeños?

Aunque usted no lo crea, la acción de morder es parte del desarrollo de la infancia temprana. Los bebés y los niños pequeños muerden por diferentes razones, como la primera dentición o la exploración de un nuevo juguete u objeto con la boca (“fase oral”). Debido a que empiezan a comprender la relación entre causa y efecto, también pueden morder a una persona para ver si logran una reacción.
Morder también puede ser una manera de llamar la atención o de expresar sus sentimientos. La frustración, el enojo y el miedo son emociones fuertes y los niños no siempre tienen las habilidades lingüísticas necesarias para expresarlas. Por lo tanto, si no encuentran rápidamente las palabras que necesitan o no pueden expresar lo que sienten, tal vez recurran a la acción de morder como una forma de decir: “¡Préstenme atención!” o “¡No me gusta!”.
El hábito de morder es un poco más común en los varones y suele ocurrir más a menudo entre el primer y el tercer año de vida. A medida que se desarrollan las habilidades lingüísticas, también lo hacen las habilidades para afrontar situaciones y el hábito de morder tiende a reducirse.

¿Cómo frenar el hábito de morder?

En el caso de este hábito, es importante enfrentar el comportamiento apenas se produce. La próxima vez que su hijo muerda a otro niño, separe a los niños involucrados e intente seguir estos pasos (si las mordeduras se presentan también en la escuela, pregunte a la maestra si le es posible seguir estos pasos para llevar la misma metodología en ambos ambientes):
  • Paso 1: Permanezca calmado pero sea firme. Dígale a su hijo con firmeza: “¡No muerdas!” o “¡Eso no se hace!” Hágalo simple y fácil para que lo pueda comprender un niño pequeño. Deje en claro que morder está mal, pero evite explicaciones largas hasta que su hijo tenga la edad suficiente como para comprenderlas. Mantenerse los más calmado posible ayuda a resolver la situación con mayor rapidez.
  • Paso 2 (pero casi tan inmediato como el paso 1): Consuele a la víctima. Dirija su atención a la persona que fue mordida, especialmente si es otro niño. Omita la atención que su hijo está pidiendo con el llanto producido con el regaño o llamada de atención. Atienda la herida de la víctima y deje que su hijo observe; generalmente esto le hace comprender que ha hecho un daño o que algo en su acción no fue adecuada (puesto que mamá lo está “ignorando”).  Si se produjo una lesión, limpie el área con agua y jabón, y colóquele hielo.
  • Paso 3: Consuele al victimario, si es necesario. Si su hijo se da cuenta de que ha lastimado a otro niño y se muestra angustiado, está bien consolarlo, pero es muy importante que la firmeza y consecuencia negativa por la acción de morder se mantengan en pie.
  • Paso 4: Ofrezca alternativas. Una vez que se ha calmado la situación, sugiera alternativas a la acción de morder, como el uso de las palabras “no”, “alto” y “eso es mío” para comunicarse con los demás.
  • Paso 5: Redireccione. La distracción hace maravillas con los niños de esta edad. Si los niveles de emoción y energía son elevados o si se ha caído en el aburrimiento, ayude a redirigir la atención del pequeño a una actividad más positiva, como poner música y bailar, pintar, saliendo a caminar o acudiendo a un parque a jugar.
En ocasiones una consecuencia muy complicada puede no funcionar por la incapacidad del niño para entenderla, es por esto que un “tiempo fuera” bien aplicado, en un área sin distracciones (como una sillita en la cocina o al final de la escalera) puede ser mejor que la supresión de otras recompensas. Como regla general, se sugiere que los tiempos fuera duren alrededor de uno o dos minutos por año de edad. Sobretodo en niños más pequeños. En niños de 2 a 3 años, pueden aplicarse consecuencias diferentes siempre y cuando nos aseguremos que las comprenden (Ej. No comer dulces, no ver la tele, no salir al parque, etc.)
Crear un ambiente libre de mordeduras
Es muy importante crear un ambiente de “Cero tolerancia a las mordidas”, tanto en casa como fuera de ella. A continuación, algunos tips para hacer que su hijo “regrese al buen camino”:
  • Sea constante. Refuerce la regla de “no morder” en todo momento.
  • Use el refuerzo positivo. Ademas de poner consecuencias por las acciones negativas, asegúrese de elogiar a su hijo cuando se comporte bien. En principio, esto puede ayudar a evitar que su hijo muerda.
  • Permítales anticiparse a las situaciones nuevas. Los niños pequeños se pueden sentir más cómodos y pueden no tener la necesidad de morder si saben lo que se espera de ellos en situaciones nuevas o de altos niveles de energía (fiestas, reuniones del salón, almuerzo en un restaurante nuevo, etc.). Explíquele a dónde irán y qué pasará, hágale sentir que lo acompañará y estará al pendiente de él siempre.
  • Busque alternativas. A medida que se desarrollan las habilidades lingüísticas de su hijo, puede ayudarlo a encontrar otras maneras más seguras de expresar las emociones negativas. Por ejemplo, pedirles a los niños que “utilicen sus palabras” cuando se sienten frustrados o alterados puede ayudarlos a calmarse. Si necesita ayuda, un psicólogo infantil puede analizar con usted maneras de enseñarle a su hijo a manejar las emociones fuertes y expresar sus sentimientos en forma saludable.

¿Cuándo buscar ayuda?

Aunque es común que los bebés y los niños muerdan, que lo hagan en exceso y tengan otros comportamientos hostiles puede indicar que hay algo que les molesta. Además, si este hábito sigue después de los 3 años, puede indicar algo más.
Si está preocupado por el comportamiento de su hijo, acudir a una cita con un psicólogo infantil le puede brindar orientación y hacer que se sienta más tranquilo, además de ofrecerle alternativas y tips sobre cómo detener las conductas “agresivas” o hostiles de su pequeño.
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